CALIDAD DEL AIRE

La falta de ventilación hace que el aire que respiramos no se renueve y su calidad empeore. Cuando el aire no se renueva, los niveles de oxígeno (O2) bajan y los de dióxido de carbono (CO2) suben. Además, en casa convivimos con cientos de contaminantes químicos y biológicos generados, entre otros, por las propias personas, elementos constructivos, mobiliario, gases de combustión y productos de limpieza que pueden suponer un riesgo para la salud.

La falta de ventilación también afecta a la humedad relativa del ambiente. La calefacción y los sistemas de climatización secan el ambiente interior favoreciendo la presencia de cargas electrostáticas (electricidad estática).

La sintomatología asociada a una mala calidad del aire se relaciona, entre otros, con la sequedad e irritación de la piel, ojos y mucosas. Además de estos signos físicos, una mala calidad del aire puede dificultar la concentración y provocar malestar general, dolores de cabeza, sensación de fatiga…